A veces, sólo por instantes recuerdo lo que era despertarme y no saber en donde estaba, extraño levantarme y mirar por la ventana y ver una calle que no era la mia pero que había visto cientos de veces a lo largo de mi vida.
La condesa, Doctores o del Valle, no importaba, solía pegarme a la ventana y descubrir nuevas historias. Si tenía tiempo y hambre, podía comportarme como niña fresa y bajarme en Durango para desayunar en la terraza del Palacio, ahí deleitarme con una dona pequeña de buen chocolate y un desayuno Orleans... también podía seguir en el camión y llegar hasta la última parada.
Cada esquina era el recuerdo del recuerdo de un pariente, desde las tortas de la Poblanita, la XEW, los churros del Moro, los sombreros de la Regia, La Latino, etc. Discos de $20 y $30, de esos dificiles de encontrar o más adelante en el puesto de $8 y $10 pero eran MP3. Cruzar el eje central e ir por alguna funda para el celular o simplemente vagar por el eje hasta llegar al mirador de Sears y tomar miles de fotos de mi edificio favorito: Bellas Artes.
Caminar por Madero, pasar al baño de Sanborns de los Azulejos, pasar por Mieneralía o el centro joyero y comprar cristales para hacer alguna chuchería, hasta llegar al Zócalo y tomar fotos de la manifestación, exposición o lo que sea que estuviese ocurriendo ese día. Entrar a la Catedral y ver al Cristo Negro, que en esos días parecía ser el único que escuchaba todo lo que tenía que decir. Comer donde yo quisiera, las opciones eran muchas y hasta poder ir al Liverpool pa`comer o hacer otra escala técnica, no sólo era entrar a las tiendas fashion como el Palacio, era la vista que tenían hasta arriba y sentir ese "aire" de nostalgia e imaginar cómo estaba todo en los 50`s
Tiendas y más tiendas, pasar por Correos de México, el Palacio de Mineria, etc. y por supuesto no podía faltar deternerme en Gante para sentarme en una jardinera y escuchar de "agrapa" a la cante del restaurante de la esquina. Comprar algun pan en la Ideal, sólo por el gusto de entrar y recordar todos los cumpleaños en los que escogía mi pastel.
Nunca me cansaba de ver, comprar y tomar fotos, siempre había alguna historia que capturar y por que no, hasta interrumpir. Caminar por el eje era dificil por tanto puesto y gente, pero a pesar de todo era divertido ver las cucherías que vendían porque siempre encontraba algo que comprar. Ya cansada por todo, subir al camión con mi mochila llena de cosas me recargaba en la ventana para regresar a la casa que no era mi hogar, pero que me permitía estar cerca de lo que yo llamaba "mi ciudad".
1 comentarios:
ohh .. que interesante errar sobre la ciudad joven sombria... saludos desde la misma ciudad ,, asi que os gusta pintar? me cuesttiono q estilo sera mas de tu agrado?
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